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lunes, 29 de junio de 2015
Head Start: Un programa que hace historia
El mayor programa de desarrollo infantil temprano de Estados Unidos cumplió 50 años la semana pasada. El programa, llamado Head Start provee de servicios integrales (educación, nutrición, salud y crianza) a más de un millón de niños y familias de bajos ingresos.
Head Start, que solo en 2013 tuvo un presupuesto de 7,6 mil millones de dólares, opera a través de 1700 agencias comunitarias. Estas agencias, que están supervisadas por las oficina central del programa, reciben fondos de Head Start y deben, como contrapartida, co-financiar al menos el 20% del valor que reciben de otras fuentes, sea en efectivo o en especie. El 80% de los niños en Head Start tienen entre 3-4 años y reciben servicios de pre escolar. El 20% restante son madres embarazadas, bebés y párvulos (0-2 años) que participan de Early Head Start a través de diversas modalidades.
Tuve el enorme privilegio de conversar sobre el aniversario de Head Start con Lynn Kagan, profesora de Políticas de la Primera Infancia y la Familia en las universidades de Yale y Columbia. Lynn es ampliamente reconocida en el mundo del desarrollo infantil temprano por sus contribuciones en Estados Unidos, y también a nivel internacional. Además, tiene una historia personal muy especial y estrechamente relacionada con Head Start. Su carrera en infancia temprana comenzó como profesora en Head Start, el mismo año en que se creó el programa. Más tarde, Lynn llegaría a convertirse en la Directora del Programa durante sus primeros años.
¿Cómo contribuyó Head Start a su carrera y a su pensamiento acerca de las políticas públicas y el desarrollo infantil?
Head Start tuvo un papel fundamental en definir quién soy hoy en día. Seguramente, mucha gente que estuvo involucrada en los inicios de este Programa dirá lo mismo. Head Start nos dio una filosofía que respetaba todos los ámbitos del desarrollo. Una filosofía que otorgaba hegemonía a los padres y las familias, con un respeto increíble por los padres como maestros de sus propios hijos. También nos dio un enorme respeto por la investigación científica. Yo me enamoré del elemento de investigación en Head Start: hacíamos investigación aplicada y con un significado práctico.
¿Qué significan para usted los 50 años de Head Start?
Head Start ha encabezado una revolución en la educación inicial en Estados Unidos. Los frutos de su genialidad trascienden al programa en sí mismo.
Para empezar, Head Start surgió de una necesidad social fundamental, ligada a la guerra contra la pobreza que libraba el país en ese momento: el deseo de intervenir en las vidas los niños pequeño lo más pronto posible, con el objetivo de eliminar los efectos corrosivos de la pobreza. Al comienzo se le veía como un programa de combate a la pobreza que entregaba servicios de desarrollo infantil. El desarrollo infantil siempre fue importante, pero el programa estaba profundamente arraigado en el tejido de las comunidades pobres. Los padres tenían voz: su participación era esencial en los consejos de políticas. Todo esto que cuento era muy revolucionario, ese nivel de involucramiento de los padres no se había visto antes en la educación básica o secundaria.
Este programa embrionario, que surgió en el verano de 1965, ha crecido para convertirse en un programa primordial que influye en las políticas de este y otros países. Así que, al celebrar los 50 años de Head Start, yo celebro el surgimiento de una visión, el crecimiento de una idea, la expansión del pensamiento sobre la primera infancia, y las enormes contribuciones de un solo programa a la educación inicial a nivel mundial.
¿Cuáles son algunas de las contribuciones más importantes de Head Start?
Una de las principales contribuciones de Head Start fue lo ingenioso de su diseño. Ya hablé acerca del papel de los padres y de la comunidad, pero el hecho de que en realidad haya sido conceptualizado desde el comienzo como un programa integral que necesitaba orientarse a la salud de los niños y a su bienestar social, emocional e intelectual, era algo muy nuevo en ese entonces. ¡Fue un esfuerzo titánico, un experimento audaz!
Para contribuir al progreso de ese esfuerzo —y aquí radica la genialidad de Ed Zigler y otros científicos sociales que participaron en la formación de Head Start en sus inicios—, el programa tuvo dos componentes principales. Uno fue un componente operacional o programático y, el segundo, uno de investigación. La idea era que utilizáramos el programa como un laboratorio nacional para aprender acerca de los niños y del desarrollo infantil. Lanzaríamos nuestros nuevos modelos, los evaluaríamos y si en efecto resultaban exitosos, los incorporaríamos al programa central. La investigación aprendía de la práctica y la práctica orientaba a la investigación. Este era otro componente brillante.
¿Cuáles son las similitudes y las diferencias entre el nacimiento de Head Start y las iniciativas que han surgido en años recientes en América Latina y el Caribe de modelos integrales para la primera infancia?
Las motivaciones, el deseo y el fervor son comunes tanto a los primeros tiempos de Head Start como a mucho de lo que la región está experimentando a medida que expande los servicios para los niños pequeños y sus familias.
Pese a estas similitudes, hay una gran diferencia. Hoy en día, mucha de la lógica que guía el invertir o no en los niños pequeños se basa en una racionalidad económica. Se trata de una intervención que vale la pena, costo-efectiva, porque cuando está bien hecha, le ahorra recursos a la sociedad. Al inicio de Head Start, no disponíamos de información econométrica; la motivación nació de una obligación social de mejorar la situación de los pobres.
La otra diferencia es que cuando lanzamos Head Start, este era realmente el único programa financiado con fondos públicos, la única apuesta de ese tipo. Ciertamente, había proveedores privados, y como su nombre dice, estos servían a quienes podían pagar esos servicios. Head Start, al contrario, fue diseñado para aquellos que no podían acceder a servicios de calidad. En aquella época éramos conscientes de que nuestro objetivo no era el de servir a todos los niños, el debate en torno a lo focalizado versus lo universal no estaba presente. Lo que teníamos claro era que íbamos a servir a los más necesitados, eso era incuestionable.
Por otra parte, hoy en día existe más debate sobre la naturaleza de los servicios de desarrollo infantil, en gran medida porque hay más opciones: visitas domiciliarias, trabajo con familias, centros de educación inicial a tiempo completo y parcial, etc. De modo que no solo la motivación es ahora más de índole económica sino que hay más opciones de intervenciones para la primera infancia. Esto ofrece a los países de la región, y del mundo entero, muchas más alternativas y ello a su vez demanda decisiones más complejas.
¿Qué puede aprender la región de Head Start?
Los principios que guiaron el desarrollo y la evolución de Head Start son la clave: integralidad, holística, involucramiento de los padres, inserción en la comunidad y experimentación práctica (desde el punto de vista de la investigación). Mi deseo es que todos estos elementos puedan ser incorporados a un programa general diseñado para los países de América Latina y el Caribe.
Añado además que Head Start nació en una época en la que la naturaleza de la intervención era la de un programa. Hoy estamos en una época en que la intervención ha llegado a ser conceptualizada como un sistema. En nuestros tiempos no teníamos ese marco. Eso constituye un desafío mucho mayor para los países porque ahora sabemos que si se desarrolla un programa aislado, este se convierte en una pieza separada. El camino hacia la calidad y la equidad no pasa por crear un flujo de pequeños programas separados, sino por crear calidad y equidad para todos los niños.
Tomado de: http://blogs.iadb.org/desarrollo-infantil/2015/06/01/head-start/
miércoles, 17 de junio de 2015
El arte hace a los niños mejores personas y mejores estudiantes.
Autor | Redaccion
23 Diciembre, 2013
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Un estudio publicó cómo impacta en la educación el acercamiento de los estudiantes al arte.
Algunos están de acuerdo en
que el arte es una parte importante de la educación básica. Debido a que
la tendencia en los planes de educación de varios países se inclina
hacia las ciencias exactas y la lengua, científicos sociales de la
Universidad de Arkansas hicieron un experimento para comprobar los beneficios de impartir arte en las escuelas.
En un estudio publicado en Education Next y Educational Researcher,
se afirmó que los alumnos expuestos a las instituciones culturales como
museos y centros de artes escénicas, no sólo tienen niveles altos de
compromiso con las artes sino este acercamiento genera más tolerancia,
empatía histórica, mejor memoria educativa y pensamiento crítico.
“Los cambios fueron significativos” dijo
Jay P. Greene, profesor de la reforma educativa e investigador del
estudio. En particular un solo tour a museo tiene una impresión
definitiva en los estudiantes. De acuerdo con Greene, los estudiantes de
este tour recordaron lo que habían aprendido “incluso sin una razón
externa para hacerlo, como un grado o un examen.
Cuando el Crystal Bridges
Museum of American Art abrió en Betonville, Arkansas, hace dos años, el
museo ofreció a 11 mil estudiantes paseos. Cada grupo visitante
(escogido por sorteo) vio 5 pinturas en una hora. Los paseos estaban
dirigidos especialmente a los estudiantes, esto significa que los
curadores no les dieron cátedra, sino que se les proporcionó la
información mínima acerca de cada pintura y pasaron la mayor parte del
tiempo facilitando discusión.
Tres semanas después, los
estudiantes llenaron un cuestionario acerca de su experiencia en el
museo. Aparte de recordar información sobre las pinturas que vieron, se
les pidió responder preguntas sobre tolerancia hacia los otros y sobre
empatía. Al final se les pidió escribir un ensayo corto acerca de una
nueva pintura: The Box de Bo Bartlet, la cual no estuvo
expuesta en el museo. Los estudiantes que ganaron el sorteo pero que no
fueron en paseos de grupo, fueron el grupo de control. Los estudiantes
también tuvieron que escribir sobre The Box relacionando la empatía y la tolerancia con dicha obra. Varios jueces revisaron los ensayos.
El equipo de Greene se
sorprendió por lo académico que resultó la información y por lo mucho
que aprendieron los alumnos, pues fueron capaces de recordar que la
pintura hacía referencia a los apoyos de los precios durante la Gran
Crisis de 1929 y también que otra pintura hacía referencia los
abolicionistas que boicotearon la compra de azúcar.
“Estos detalles históricos no
estaban incluidos en la introducción del curador” explica Green. Esto
significa que el formato basado en la discusión alentó a los estudiantes
a hacer preguntas importantes acerca de las pinturas. Pero algo acerca
de la experiencia del museo también permitió a los pupilos recordar la
información de la pintura un mes después. Eso es destacable considerando
que los chicos olvidan rápidamente lo que han aprendido para los
exámenes.
Cuando se les pidió a los
estudiantes analizar una pintura no conocida “hubo un gran incremento en
qué tan observadores eran los estudiantes si iban al museo de arte.
Fueron mucho mejores notando detalles en la nueva pintura que aquellos
que no fueron.” Los alumnos también fueron capaces de empatizar con las
personas y los casos referidos de una forma en la que el grupo de
control no pudo hacerlo.
“Antes del estudio, muchas
personas nos dijeron que los chicos sólo mirarían hacia fuera d elas
ventanas.” dijo Greene, “Pues no, no lo hicieron. Prestaron atención y
absorbieron información.” En parte esto se debe al formato de
experiencia que no es cátedra. Pero Green sospecha que la razón también
está vinculada a quitar a los estudiantes de su ambiente usual de
escuela y ponerlos en uno cultural.”
Tomado de: http://www.mamanatural.com.mx/2013/12/el-arte-hace-a-los-ninos-mejores-personas-y-mejores-estudiantes-confirma-estudio/
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