lunes, 20 de enero de 2014

Según el índice Global de Envejecimiento Ecuador ocupa el puesto 32 en el mundo y es séptimo en América

El 42% de adultos mayores no trabaja

Una población anciana tiene consecuencias tanto económicas como afectivas. En 2050 en el mundo habrá más de dos mil millones de personas que sobrepasen los 60 años. En el país la esperanza de vida es de 75,8 años en promedio. Luisa Salomé superó los pronósticos y el mes pasado cumplió 106 años.

Luisa Salomé, de 106 años, junto con tres de sus seis hijos: Enrique, Sixto y Piedad. Foto: Miguel Castro |  El Telégrafo
Luisa Salomé, de 106 años, junto con tres de sus seis hijos: Enrique, Sixto y Piedad. Foto: Miguel Castro | El Telégrafo
Redacción Sociedad
Aunque la gripe la tiene con malestar, Luisa Salomé Nieto Campuzano  no pierde el ánimo. Ella sonríe a cada momento mientras sus nietas y bisnietas acarician su cabellera platinada. El mes pasado, Luisa cumplió 106 años y ya se alista para celebrar la Navidad y el fin de año. Tres de los seis hijos de Luisa -Sixto, Enrique y Piedad- creen ir por el mismo camino de longevidad de su madre. Tienen entre 77, 80 y 84 años, respectivamente. 

Ellos superaron la esperanza de vida en el país, que se ubica en 75,8 años, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC). Además, pertenecen al grupo de 1’229.089 adultos mayores ecuatorianos (más de 65 años). “La longevidad  de mi mamá se debe a la época  en la que nació; somos de una generación que comía diferente”, expresó Sixto, uno de los seis hijos de Luisa.

Las consecuencias de una población envejecida se reducen a lo económico para el Estado, por el aumento de cobertura médica; y en lo afectivo para la familia. “El crecimiento de la población del adulto mayor significará para el Estado una carga impositiva, porque ya no son productivos. Va a aumentar la dependencia estatal”, indicó Fernando Terán, de la fundación Pasodehu.

El 42% de los adultos mayores no trabaja y su nivel de educación es primario, de acuerdo con datos del INEC. Además, en los últimos cuatro meses, el 69% de personas de la tercera edad ha requerido atención médica. Las enfermedades más comunes son osteoporosis, diabetes y dolencias cardíacas.

Mientras que en el aspecto afectivo, a medida que envejecen las personas pierden contactos y entramado social, por muerte de familiares y amigos. De no tener el cuidado y la atención de su familia, pueden caer en la soledad.

Comparación con Cuba
Lo cierto es que la cifra de adultos mayores en Ecuador es menor a lo que revelan los datos de Cuba, luego del Censo Nacional de Población. Ese país posee más de dos millones de personas mayores de 60 años y es uno de los más envejecidos de Latinoamérica.

Uno de los retos de Cuba es aumentar la red de centros geriátricos. Actualmente hay alrededor de 230. Las autoridades estiman que un 20% de los cubanos de la tercera edad se halla en estado de necesidad, en un país donde la esperanza de vida es de 78,97 años.

Según Terán, la situación de los ecuatorianos es más crítica que la de los cubanos, porque la mayoría de los adultos mayores está fuera del sistema laboral formal. “El 70% no recibe beneficios de retiro de ningún lado, mientras el 30%  percibe jubilación, ya sea por parte del Seguro Social, de la Policía u otras instancias”.
Según datos del índice de envejecimiento 2013 del organismo Global Age Watch, en 2050 en el mundo habrá más de dos mil millones de personas mayores de 60 años y sobrepasarán a los menores de 15.
Para la geriatra Carmen Sucre, de aumentar la población de ese grupo, Ecuador no estaría preparado en política de salud. “Todavía estamos en proceso de organización y de incrementar servicios porque no hay hospitales geriátricos”.

Este año el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) invirtió 9 millones de dólares para atender a las personas mayores. El MIES atiende a 15.300 adultos mayores. Al momento existen cerca de 300 instituciones geriátricas, de las cuales 144 mantienen convenios con el Estado. 

Otra de las modalidades de atención son las pensiones asistenciales, un subprograma del Bono de Desarrollo Humano. 

La pensión es una transferencia de 50 dólares mensuales para personas mayores de 65 años que, por distintas razones, no han accedido a la seguridad social. Cerca de 588.852 personas mayores se benefician con esta ayuda estatal.

Tomado de:  http://www.telegrafo.com.ec/sociedad/item/el-42-de-adultos-mayores-no-trabaja.html

16,4% de adultos mayores sufre de violencia psicológica

La Asamblea General de las Naciones Unidas designó esta fecha para representar el rechazo a las agresiones y la indiferencia a las personas de la tercera edad. De acuerdo al INEC, en el país un 6,5% de la población supera los 65 años. 

Hoy se recuerda el Día Mundial para concienciar y combatir el Abuso en la Vejez  

  • 15 Jun 2013 . Sociedad
  • Los adultos mayores llegan a ser cada vez más dependientes de los demás y  menos aptos a defenderse. Muchos optan por no denunciar las agresiones que reciben en sus hogares. Foto: Eduardo Escobar |  El Telégrafo

    Muchos optan por no denunciar las agresiones que reciben en sus hogares. Foto: Eduardo Escobar | El Telégrafo
    Redacción Sociedad

    Los adultos mayores llegan a ser cada vez más dependientes de los demás y menos aptos a defenderse. 

    En días anteriores, un video que circuló por las redes sociales causó asombro e indignación en la opinión pública por el maltrato que una mujer de la tercera edad recibía de un grupo de marinos de la Armada del Ecuador.

    El hecho, registrado en la Villa Hogar La Esperanza (un centro gerontológico regentado por las Fuerzas Armadas), causó la  baja del servicio activo a los involucrados y dejó al descubierto una realidad en el país: que continúa el maltrato a personas mayores de 65 años.

    La Asamblea General de las Naciones Unidas estableció que los 15 de junio se rememore el Día Mundial de Toma de Conciencia de Abuso y Maltrato en la Vejez, en la que se expresa la oposición a los sufrimientos infligidos a este sector poblacional.

    Indiferencia, falta de respeto, desprecio, rechazo o violencia... numerosas son las discriminaciones que pueden sufrir los ancianos a diario. Considerado como un problema de salud pública en 1975 en el ámbito médico, el maltrato de personas en envejecimiento existe en todas partes: las Naciones Unidas estimaron que entre el 4% y  el 6% las personas mayores sufren de alguna forma  de abuso y maltrato.

    DATOS

    En Ecuador, los adultos mayores representan el 6,5% de la población del país (datos de 2010), pero que en el año 2050 la cifra será de 18%, según el MIES.

    La Constitución
    del Ecuador, que fue expedida en 2008, reconoce a las personas adultas mayores como un grupo de atención prioritaria, mientras que la de 1998 las colocaba dentro de los grupos vulnerables.

    El Ministerio
    de Inclusión Económica y Social (MIES), con su Agenda de igualdad para Adultos Mayores (2012-2013), contempla profundizar la protección especial para prevenir la explotación, la violencia, la mendicidad, la trata o el abandono de los ancianos y la restitución de sus derechos a las víctimas de esas prácticas
    El daño puede ser psicológico, económico, físico y hasta sexual, mientras que quienes provocan estos daños pueden ser familiares, personas que trabajan  para el anciano o conocidos de su vecindario.

    En cuanto a los factores que influyen, la Organización Mundial de la Salud (OMS) reporta que son múltiples, como la cohabitación, la dependencia financiera del autor de violencia, el aislamiento social de las personas encargadas de los cuidados y de los ancianos o las disputas por herencias.

    También está el tema de la ruptura de los vínculos intergeneracionales. De acuerdo al último censo del Instituto Nacional de Estadística  y Censos (INEC), en el país hay un total de 940.905 personas mayores de 65 años, que representa el 6,5% de la población.

    La Encuesta Nacional de Salud, Bienestar y Envejecimiento SABE I Ecuador (2009-2010) evidenció cifras preocupantes, pues “la proporción de adultos mayores que reportan que han sufrido de abuso es de 3% en el caso de violencia sexual y 16,4% en violencia psicológica”.

    El 7,2% de los encuestados dijo  que fue amenazado de daño físico, el 14,7% insultado y el 14,9% declaró que no le dan dinero, alimentos, medicamentos o tiempo. También hay que considerar los casos no declarados por temor o por concepción del maltrato, que por los daños psicológicos serían difíciles de evaluar.

    El maltrato de los ancianos representa una violación a sus derechos básicos. En Ecuador va en contra de la Constitución que dispone que “nadie podrá ser discriminado por razones de edad” (Art. 11.2) y que “las personas adultas mayores recibirán atención prioritaria y especializada en los ámbitos público y privado, en especial en los campos de inclusión social y económica, y protección contra la violencia” (Art. 36).
    Asimismo, precisa que la ley sancionará toda forma de discriminación, pero es necesario visibilizar y hacer público el asunto.

    Una encuesta realizada en Estados Unidos dentro de unidades geriátricas reveló que el 36% de miembros del personal ha sido testigo de maltratos físicos a un paciente y el 40% ha acosado psicológicamente a uno o varios ancianos del centro.

    En las instituciones, el maltrato implica el recurso a la obligación física, el irrespeto de su dignidad y de su libertad de elegir, la falta intencional de cuidados, el abuso o la falta de tratamientos medicamentosos, así como la negligencia y la violencia morales, explica la OMS.

    En cualquier situación  se perjudica el bienestar de las personas en envejecimiento que se enfrentan al doble inconveniente de ser cada vez más dependientes de los demás y cada vez menos aptos a defenderse. Incluso, varios se sienten en deuda con los que lo cuidan y minimizan toda forma de protesta.
    6% de los adultos mayores han sufrido alguna forma de abuso y maltrato a nivel mundialYa se experimentaron intervenciones para prevenir el maltratamiento, principalmente en los países desarrollados, como campañas de sensibilización y diagnósticos de las víctimas y de los autores de violencia, así como formaciones sobre la demencia destinadas a las personas que cuidan a los ancianos e intervenciones para apoyarlos.

    Por los excesos que afectan a la población de la tercera edad de cada país, el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, llamó a los gobiernos para que formulen y apliquen estrategias de prevención más eficaces, así como leyes y políticas más rigurosas, a fin de atender todos los aspectos del maltrato a las personas ancianas” en el ámbito del Día Mundial de Toma de Conciencia de Abuso y Maltrato en la Vejez.

    La OMS prevé un envejecimiento rápido de la población mundial, pues para el año 2025 el número de personas de más de 60 años se duplicaría, pasando de 542 millones en 1995 a alrededor de 1,2 mil millones. Así, se teme la imposibilidad de responder a las necesidades de muchos ancianos por el presupuesto.
     
    Tomado de: http://www.telegrafo.com.ec/sociedad/item/164-de-adultos-mayores-sufre-de-violencia-psicologica.html

    Relaciones en la vejez


    La actividad sexual es un comportamiento humano natural. El concepto de sexualidad no debe asimilarse de manera automática al mantenimiento de relaciones sexuales. Conlleva diferentes comportamientos y expresiones diversas, como abrazarse, tocarse, flirtear, trato sexual, masturbación, conversación. Todo ello son expresiones de sexualidad y afecto. Se considera que la sexualidad es importante en todas las edades, pero no siempre se ha visto así. Se entendía que en la vejez, como en la infancia, las personas eran asexuadas. Se ha producido una liberación sexual de las personas de más edad, pero eso no implica que se les deba forzar a pensar o actuar de maneras que ellas no estén de acuerdo o no les apetezca. Tampoco puede decirse que una vida sin sexo sea peor que una vida con sexo, ya que algunas personas están contentas con el cese de la actividad y otras no pueden practicar sexo por diversos motivos.

    Los cambios fisiológicos, biológicos y psicosociales afectan a la expresión sexual de las personas de más edad. Sucede que el órgano sexual principal es el cerebro. Esto significa que en cualquier edad, pero sobre todo referido a las personas mayores, lo importante son las ideas, valores y normas que se sostengan acerca de la sexualidad y la actividad sexual. Que hayan cambiado muchas ideas acerca de la sexualidad en la vejez de modo que no se vean como deseos inconfesables o conductas pervertidas, tanto entre los hijos adultos como entre el personal sanitario y de servicios sociales, les ayuda a no sentir vergüenza. Por eso manifiestan con más libertad sus deseos.

    Desde el punto de vista de la investigación actualmente apenas existen estudios que analicen las relaciones sexuales de los mayores. Puede incluirse alguna pregunta sobre su satisfacción sobre las mismas, o como en las encuestas del CIS, sobre las relaciones de pareja. En mi investigación sobre la situación de las personas de edad hace algo más de 20 años cuando no existía conocimiento al respecto en España, incluí esa cuestión y solo un 11% dejó de responder. La mayoría manifestó que no mantenía relaciones sexuales. Quedó por conocer algo importante, la calidad de las mismas. Puede que sea un tema que precise más atención.

    María Teresa Bazo es catedrática de Sociología.

    http://elpais.com/diario/2011/10/06/sociedad/1317852002_850215.html
     

    El amor otoñal no es un estigma... ni una obligación

    Los ancianos reivindican su sexualidad, pero se quejan de la presión para una vejez activa

    El discurso oficial habla de un vuelco en las relaciones afectivosexuales entre las personas mayores. Se ha pasado, dicen los expertos, de considerar los noviazgos en la vejez como algo reprobable a cierta presión para que los ancianos se mantengan activos hasta en la cama. Y ni lo uno ni lo otro. La sexualidad debe vivirse en libertad a todas las edades, porque las necesidades (o la ausencia de ellas) siguen existiendo.

    Pero, lejos de esa teoría oficial, las relaciones otoñales siguen topándose con miradas impertinentes, apuros económicos para darse una escapada romántica o, quizá, insalvables oposiciones familiares. El caso de la duquesa de Alba, Cayetana Fitz-James Stuart, ha ilustrado estos días alguno de estos supuestos.

    "Todo está cambiando, afortunadamente, pero la relajación de aquellas costumbres que disfrutan plenamente los jóvenes de hoy cuando llevan a la pareja a casa de los padres y duermen juntos no la tienen los ancianos", asegura Félix López, catedrático de Psicología de la Sexualidad en la Universidad de Salamanca.

    ¿Con qué cara mirarían los hijos y los nietos al abuelo si lleva una novia a casa y se encierran en su habitación? Una pareja de ancianos dándose un lote de besos de tornillo en el parque suscitaría miradas propias de un programa de cámara oculta. Si no de algo peor. "Aunque los hijos se hayan liberado, pensar en el deseo de los padres les cuesta", dice López. "En general, las relaciones entre mayores se ven como algo antiestético", dice Gerardo Hernández, profesor de Sociología de la Familia y miembro del grupo de Investigación en Gerontología de la Universidad de La Coruña.

    Pero no solo el rechazo social frena estas relaciones. "Más que la edad, a veces influye la enfermedad y son la diabetes, los problemas cardiovasculares, los efectos secundarios de ciertos medicamentos los que ocasionan las dificultades", señala Alfredo Bohórquez, secretario de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG).

    Sin embargo, estos achaques suelen ser, a veces, el desencadenante de la búsqueda de una relación. "Algunos se deciden a buscar pareja por seguridad. Se ven solos y temen que si se caen en mitad de la noche o se ponen enfermos nadie los encuentre hasta que sea tarde", explica Guillermo Garrigós, director del exitoso programa La Tarde de Canal Sur, que incluye un espacio de citas entre ancianos.
    Ellas tienden a apagar su deseo cuando les llega la menopausia

    Una vez establecida la relación, viene todo lo demás. "El cuerpo no es de palo y cuando dos se quieren, duermen juntos y se dan calor, pasa lo que tiene que pasar", reconoce Conchi, una sevillana de 63 años. "Un gusto de vez en cuando no viene mal. Si cae uno al mes, uno, si dos o tres, mejor. Se escandalizarán, pero él [de 70 años] me ha dado ganas de vivir", añade.

    Los datos avalan las palabras de Conchi. "Cerca del 75% de los hombres mayores de 60 años mantienen relaciones sexuales con periodicidad mensual y tanto hombres como mujeres mayores de 80 continúan con su interés por la sexualidad; un 20% está activo", dice Alfredo Bohórquez. "Que nadie piense que con los años el corazón se enmohece; el cuerpo pierde facultades, pero el corazón permanece inalterable, solo se es viejo cuando uno se siente viejo", cuenta Miguel, un alicantino de 76 años que conoció a su actual pareja en la página de citas eDarling. Su testimonio lo resume así el profesor Gerardo Hernández: "El viejo pierde el diente, pero no la simiente". "Después de todo, están sometidos a los mismos estímulos que todo el mundo, las películas, la literatura". Cuenta que el padre de unos conocidos suyos, ya mayor, con pérdida de oído, iba a ver cine porno. Cuando los hijos lo descubrieron ensayaron un reproche. "A ver, si no oigo tendré que ver, las otras no las entiendo", contestó el hombre.

    Esa es una forma de sexualidad. Los expertos señalan que puede haber algunos cambios en esas edades. "Quizá hay menor frecuencia y las técnicas no son tanto la penetración, sino comunicación, afectos, caricias", dice Alfredo Bohórquez.

    Las relaciones cambian con la edad, no siempre acaban en coito

    A sus 89 años, Vicente Valero lo atestigua: "Eso de la cama cambia, cuando uno es más joven piensa en tener hijos y en todo lo del disfrute, ya me entiende. Pero ahora yo lo que quiero es dormir calentito, unas caricias".

    Pero no. A los laboratorios farmacéuticos no les basta con unos arrumacos. No, no. Mejor pastillas azules. "La que están dando con el envejecimiento activo. En el pasado se les negaba la posibilidad del sexo (la Iglesia católica, la sociedad, los hijos) y ahora parece que es obligatorio tener relaciones completas. Ellos se quejan. Yo siempre les digo que les engañaron las dos veces", asegura Félix López. "A nosotros nos gusta lo natural. Yo le animo y él funciona perfectamente", dice la sevillana Conchi para expresar su rechazo por los fármacos.

    Pero el envejecimiento activo no es solo cosa de la publicidad en busca de inversiones extra. También los Gobiernos lo buscan con denuedo, en este caso por una cuestión de ahorro: si se retrasa el envejecimiento, también los problemas de dependencia. Pero todo tiene un límite. "Se está negando el derecho a envejecer y eso también hay que defenderlo", reivindica López.

    La batalla más dura para aceptar a la pareja a veces se libra en la familia

    El asunto de las relaciones entre mayores tiene un interesante ángulo de género. Ellas llevan la peor parte. "La figura femenina de una mujer vieja, desde el punto de vista erótico, está peor vista que la de un hombre viejo. Sobre ella siempre se proyectan mayores exigencias. Y es ilógico porque los hombres, objetivamente, pueden tener más dificultades con la erección, mientras que la sequedad vaginal se salva con un lubricante", afirma López.

    Tradicionalmente, sobre todo en la España nacionalcatólica, el sexo estaba muy asociado a la reproducción. No había márgenes. Con esa losa conviven aún muchas mujeres, que una vez llegada la menopausia apagan su deseo. "Está peor visto que sean las mujeres las que tengan relaciones con parejas más jóvenes. Sin embargo, cuando es al revés, al hombre hasta se le sonríe de forma cómplice. Ejemplos hay muchos", dice Gerardo Hernández. Y tiene razón: Borges, Cela, Alberti, Julio Iglesias padre, que le dio un hermano al cantante, o el músico Andrés Segovia, por citar solo unos pocos. Los casos de las mujeres, sin embargo, se han convertido en un circo mediático a menudo: Sara Montiel, Marujita Díaz. Los chistes sobre la boda de la duquesa de Alba han incendiado la Red. Todos ellos se ceban con la edad de una mujer que le lleva casi 30 años a su marido. Y sin embargo, a pesar del estigma social, algunas mujeres que han encontrado una nueva pareja a la vejez, reconocen que ha sido una experiencia apasionante. "Llevaba cuatro años separada de un marido que me maltrató durante 35 años y un día decidí empezar de cero. Me fui a un piso de soltera y les dije a mis hijos que necesitaba una alegría. Y esa alegría ha sido Antonio", dice Conchi a sus 63 años.

    "Y yo que pensaba que me había casado enamorada la primera vez, esto sí que es amor". Los hombres también empiezan a liberarse de ciertos tópicos. Dice Vicente, el alicantino de 89 años: "Cuando ella se pone malucha lo mismo friego que le hago un huevo frito, eso de que los hombres buscamos una pareja para que nos haga la comida está ya muy antiguo. Yo me manejo bien solo".

    Bodas de género

    Los estereotipos sociales tienen un fiel reflejo en las cifras. Está mejor visto que los hombres mayores se emparejen con mujeres jóvenes que al revés. Estos son los datos de 2009, según el Instituto Nacional de Estadística (INE):
    - Se casaron 7.072 hombres mayores de 60 años. De ellos 1.684 (23,8%) lo hicieron con mujeres de 44 años o más jóvenes.
    - Ese mismo año contrajeron matrimonio 2.213 mujeres que ya habían superado los 60. En este caso, solo 101 de esos enlaces (4,6%) fueron con parejas de 44 años o menos.

    A veces, la batalla más fuerte que deben librar estas parejas tardías está en su propia casa. Los hijos no siempre comprenden los deseos de sus padres y las cuestiones económicas se levantan como un muro infranqueable en ocasiones. La duquesa de Alba tuvo que repartir su herencia para sosegar a los suyos antes de ir al altar. A otros, con menos, les ocurre parecido. Pero eso también está cambiando. El director del programa La Tarde, en Canal Sur, reconoce que en los primeros años de emisión de su espacio de contactos entre mayores "costaba más que la familia lo entendiera, pero en el último año solo dos de los 500 mayores que han participado se han echado atrás por la oposición de sus hijos", dice Guillermo Garrigós.

    En efecto, testimonios de lo contrario hay muchos: "Sus hijos y los míos están locos de contento; aquí nadie habla de herencias ni de celos, yo quise casarme con ella a mis 69", dice Antonio, el amor de Conchi.

    El cambio de cultura que está operando ha alcanzado también a las residencias geriátricas, que facilitan el desarrollo de estas nuevas parejas. En el centro de mayores Vitalia, de Écija (Sevilla), cuando se forma una pareja se les proporciona un dormitorio común. Y en algunos otros centros hay espacios destinados a que los mayores hablen de amores. Áurea Fabios, de la residencia Vitalia, relata su "caso estupendo". "Llegué aquí hace unos tres años, le vi sentado y le dije que me guardara el bolso. No me fijé al principio si era guapo o feo, luego he visto que ni guapo, ni feo, atracativo. Me senté en sus rodillas. Ahora somos novios y nos echamos una siestecita como si fuéramos marido y mujer". Ella roza los 60 y él tiene 78. "Leí un libro que habla de sexualidad, no quiere decir que lo ponga en práctica, pero estamos estupendos últimamente.

    Me ha puesto los cuernos algunas veces, yo lo sentí muchísimo, pero ahora va bien". ¿Y él qué opina? "No lo sé, yo no estoy dentro de él. Bueno, un poquito sí", dice enamorada. "Las relaciones sexuales no son fáciles, se trabaja mucho, yo por lo menos. Tampoco hay que hacer el salto del tigre, pero vamos...", se ríe esta cordobesa.

    La dificultad física para mantener sexo influye, pero cada quien se las ingenia. "Ellos buscarán la postura más cómoda, desde luego, pero que no quepa duda de que la relación afectiva puede existir como a cualquier edad".

    La forma de ver la vida ha cambiado mucho. El poso con el que llegan ahora las personas a la vejez no tiene mucho que ver con el de sus padres. "Los jubilados actuales ya vienen de otra cultura. Se casan y se divorcian. En 2009, contrajeron matrimonio 4.400 parejas mayores de 60 años, por ejemplo", dice Gerardo Hernández. Ese mismo año se divorciaron casi 12.000 personas mayores de 60. "Hay que tener en cuenta que los que ahora tienen esa edad vieron con 30 la legalización del divorcio, han vivido con ello", recuerda Hernández.

    Garrigós, de Canal Sur, sabe por la experiencia que le ha proporcionado su programa que "los mayores son ahora mucho más independientes". "Nos encontramos con personas de 90 años que tienen muy claro que quieren hacer su vida".

    Tomado de:http://sociedad.elpais.com/sociedad/2011/12/09/actualidad/1323455902_050478.html

    La inesperada conexión entre el estrés y la longevidad

     Sábado, 2 de febrero de 2013

    Personas mayores
    Envejecer es inherente en el ser humano. La cuestión está en cómo envejecer y cuánto vivir. Científicos han buscado durante miles de años la clave de una vida larga y saludable con experimentos que han arrojado increíbles resultados.

    Una vida sin estrés es de los principales ingredientes que aparecen cuando se habla de una receta para una larga vida. Sin embargo, ya en 1921, un estudio de Lewis Terman, de la Universidad de Stanford, rechaza esta creencia de muchos.
    Entonces hizo un seguimiento a la vida de 1.500 personas, desde su niñez hasta su muerte, y estableció una coincidencia entre los rasgos de comportamiento y los acontecimientos de la vida con la forma en que los individuos prosperaron años más tarde.

    Durante las últimas dos décadas, este trabajo ha sido actualizado por Howard Friedman, un profesor de psicología de la Universidad de California.

    "Estudiamos a aquellas personas que eran más persistentes, más trabajadoras, más involucradas y lograron más éxitos -con frecuencia las más estresadas- y nos dimos cuenta que fueron quienes se mantuvieron más sanos y vivieron más", le explica Friedman al corresponsal de la BBC en Los Angeles, Peter Bowes.

    "Quienes dijeron 'no me estreso, me lo tomo con calma, me jubilo temprano', registraron más tendencia a morir a una edad joven. Esto fue realmente una sorpresa, pues va en contra de muchos de los consejos que escuchamos".

    Una pizca de preocupación

    Según el estudio, un poco de preocupación es algo bueno. También se resaltaron los beneficios de la gente que ha decidido vivir una vida más concienzuda.
    Hombre estresado
    Estudios sugieren que las personas con estrés viven más.

    "Ellos tienden a tener hábitos más saludables", agrega el experto. "Ellos son menos propensos a fumar, a beber en exceso. Pero también descubrimos que aquellos concienzudos tendían a tener más éxito en sus carreras, lo que es un buen vaticinador de una vida larga y sana".

    El proyecto también sugiere que la gente que vivió una vida socialmente más responsable, más involucrados con otra gente y sus comunidades, vivieron más.

    Hasta aquí algunas pistas de cómo extender nuestra vida en este planeta. Sin embargo, la cuestión de la eterna juventud sigue siendo un misterio.

    El proceso físico del envejecimiento es un reto para los científicos. Todos estamos familiarizados con la forma en que cambia nuestro cuerpo, pero los cambios que ocurren a un nivel celular son mucho más complejos.

    Un proceso "despiadado"

    "El envejecimiento no es realmente comprendido", comenta Stephen Coles, del departamento de química y bioquímica de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) y co fundador del Grupo de Investigación de Gerontología.

    "Existe una clara relación entre los procesos que ocurren cuando el ser humano se desarrolla, basado en nuestro perfil de ADN, y (aquellos) cuando el ADN no tiene nuevas cosas que hacer, porque hemos alcanzado la premisa básica de crecer y multiplicar".

    Coles, quien estudia a supercentenarios -gente con más de 110 años- explica que el declive empieza después de los 30 años.

    "El proceso de envejecimiento toma el control de una forma despiadada que ataca a todos los organismos biológicos".

    El papel de los telómeros

    Mujer mayor haciendo ejercicio
    No es sólo envejecer, sino cómo envejecer.

    Un área de investigación de la vejez, a un nivel celular, se centra en el papel de los telómeros. Estos son las puntas de protección que se encuentran en los extremos de los cromosomas, algunas veces comparadas con las puntas de los cordones de los zapatos. Su papel es proteger el final del cromosoma y evitar la pérdida de información genética durante la división celular.

    Los telómeros se van encogiendo o se van deteriorando cada vez que hay una división celular. La reproducción de célula se detiene cuando los telómeros se quedan muy pequeños.
    Se ha asociado los telómeros pequeños con enfermedades de alto riesgo como las cardiovasculares o la demencia.

    "El encogimiento de telómeros es claramente algo malo", explica Coles. "Cualquier cosa que uno pueda hacer para alargarlos sería beneficiosos".

    Cuándo y cómo

    Existe una buena cantidad de productos en el mercado que aseguran alargar los telómeros. Puesto de otra forma, podrían detener el envejecimiento de las células, a pesar de que no se ha determinado si esto podría extrapolarse a los efectos antiedad en todo el cuerpo.

    Pero a pesar de todos los esfuerzos de los científicos y psicólogos para descubrir el secreto de una vida eterna, el máximo de edad al que la mayoría de nosotros podemos esperar a llegar es finales de los 70 o principios de los 80.

    Entonces la cuestión sería: ¿cuál es la mejor forma de morir?

    "Muchos geriatras y gerontólogos bromean sobre este asunto", señala Gary Small, director del Centro de Longevidad de la UCLA.

    "Ellos dicen que quieren vivir hasta los 95 años y morir de un disparo de una amante celosa. La idea es permanecer comprometido, involucrado, disfrutar tu vida, pero cuando llegue la hora, aceptarlo y no temer a ello".

    Tomado de: http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2013/02/130201_salud_longevidad_estres_gtg.shtml

    jueves, 16 de enero de 2014

    La atleta nonagenaria

    El caso de Olga Kotelko, una canadiense de 91 años con 25 récords mundiales que empezó a entrenarse a los 77 años, puede encerrar el secreto de como vivir más y mejor

    Olga Kotelko practicando el salto de longitud. Su récord está en 1'76 metros. / PATRIK GIARDINO / THE NEW YORK TIMES SYNDICATE

     


    En la tercera planta del Instituto Chest de Montreal, en la Universidad McGill, Olga Kotelko estaba de pie delante de una cinta de correr en el centro de una sala llena de gente que había acudido únicamente por ella. Estaban allí para someterla a pruebas físicas, o extraerle sangre del lóbulo de la oreja, o simplemente para observarla y tomar notas.

    Tanja Taivassalo, una experta en fisiología muscular de 40 años, ajustó el chaleco elástico de Kotelko. Estaba conectado a unos cables con electrodos para medir los cambios del rendimiento cardiaco (un indicador de la potencia de su corazón). Taivassalo conoció a Kotelko el año pasado en Lahti (Finlandia), en el campeonato de atletismo para mayores en pista al aire libre, que ponía el colofón a la temporada de competición para los atletas más mayores. Taivassalo había ido para ver a su padre competir. Pero le fue difícil no fijarse en una menuda y delicada canadiense de 91 años vestida de spandex que estaba batiendo un récord del mundo tras otro.

    Kotelko corrió los 100 metros en 23,95 segundos en los Juegos Olímpicos de Mayores en Sidney
    El ejercicio es una afrenta flagrante al cuerpo. Pero también produce antioxidantes que mejoran la salud
    La investigación del ejercicio y la gerontología señala que se ha subestimado lo que pueden hacer los mayores

    Las competiciones de mayores suelen empezar a los 35 años y participan en ellas muchos sexagenarios, septuagenarios y octogenarios (y unos pocos nonagenarios, como Kotelko, y uno o dos centenarios). De los miles que invadieron Lahti, cientos eran mayores de 75 años. Y la que atraía toda la atención era Kotelko. Está considerada como una de las mejores atletas del mundo y posee 25 récords mundiales, 17 de ellos en la categoría de edad de 90 a 95.

    En el campeonato del pasado otoño, Kotelko lanzó una jabalina 6 metros más lejos que su rival más cercana del mismo grupo de edad. En los Juegos Mundiales de Mayores en Sidney, el tiempo de Kotelko en los 100 metros (23,95 segundos) fue más rápido que el de algunos finalistas de la categoría de 80 a 84 años, que está dos grupos de edad por debajo. En Lahti, mientras veía a Kotelko correr, Taivassalo se sentía impresionada desde un punto de vista personal -ella es corredora- y atraída desde el punto de vista profesional. Esperaba crear una base de datos de atletas mayores de 85 años midiendo diversos parámetros fisiológicos.

    Desde el punto de vista científico, esto es casi totalmente territorio virgen. La cohorte de personas mayores de 85 años -casualmente, el segmento de la población que más deprisa crece- está siendo cada vez más estudiada en busca de claves sobre la longevidad. Los datos sobre los efectos a largo plazo del ejercicio no han hecho más que empezar a llegar.

    Uno no tiene que ser atleta para darse cuenta de lo despiadadamente que nos castiga la edad y de lo programado que parece estar el peaje que se cobra. Empezamos a perder el aliento a los 40 y el tono muscular a los 50. Todo va para abajo lentamente hasta alrededor de los 75 años, cuando suele suceder algo alarmante.

    "Hay una diapositiva que muestro en mi clase sobre actividad física y envejecimiento", cuenta Taivassalo. "Se ve a un tipo sin camiseta levantando pesas, pero le tapo la cara. Les pregunto a los estudiantes qué edad creen que tiene. Vamos, que podría tener 25 años. Tiene unos músculos muy bien definidos. Resulta que tiene 67 años. Y luego, en la siguiente diapositiva, aparece el mismo hombre en la misma postura con 78 años. Está muy claro que ha perdido casi la mitad de su masa muscular, aun cuando ha seguido ejercitándose. Así que algo pasa". Pero nadie sabe exactamente lo que es. En teoría, las fibras musculares deberían seguir respondiendo al entrenamiento. Pero no lo hacen. Algo las está frenando.

    Y luego está Olga Kotelko, que complica aún más el panorama, pero de un modo científicamente productivo. Parece no estar envejeciendo con tanta rapidez. "Dada su más bien impresionante retención de masa muscular", comenta Russ Hepple, un fisiólogo de la Universidad de Calgary y experto en envejecimiento muscular, "uno pensaría que tiene algún tipo de resistencia". Al investigar esa resistencia, los científicos esperan comprender mejor el modo de detener el proceso natural del envejecimiento.
    Mientras que la mayoría de los atletas mayores más jóvenes eran deportistas en la universidad o incluso antes, muchos competidores de las categorías superiores -por ejemplo, los mayores de 70 años- han llegado tarde al mundo del deporte.

    Esa es también la historia de Kotelko. Se crió en una granja en Vonda, en Saskatchewan (Canadá), la séptima de 11 hijos en una familia de origen ucranio. Por la mañana, después de dar de comer a las gallinas, echar agua a los cerdos y ordeñar las vacas, la prole recorría tres kilómetros para ir al colegio, rellenaba una vieja pelota blanda rota con arena o trapos y jugaba al softball. De adulta daba clases de primaria y secundaria en la única aula de la escuela de Vonda, se casó con el hombre equivocado y, tras darse cuenta de su error, huyó a la Columbia Británica en 1957 con dos hijas y las crió sola, mientras se sacaba el título de profesora.

    Retomó el softball tras jubilarse en 1984; era lenta al lanzar, pero bastante competitiva. Y luego, un día, cuando tenía 77 años, una compañera de equipo le dijo que el atletismo en pista podría gustarle.

    Contactó con un instructor local que le enseñó lo más básico. Encontró una entrenadora: una mujer húngara muy estricta que parecía tener tantas ganas de apretarle las clavijas a Kotelko como esta tenía de que se las apretasen. Llena de entusiasmo, Kotelko trabajaba duro en el gimnasio, tres días a la semana. Durante tres horas de un tirón realizaba entrenamientos agotadores como flexiones y abdominales, y sentadillas y ejercicios en el banco con y sin pesas, hasta que le temblaban los músculos y se quedaba sin fuerza.

    Aunque todavía hace algunas de esas cosas, ya no se esfuerza de la misma forma. Aparte de las clases de aquafitness tres veces a la semana, se toma libre la mayor parte del lóbrego invierno de Vancouver. Luego, cuando llega la primavera, unas cuatro semanas antes de la primera competición de la temporada (suele participar en cinco o seis encuentros cada años), empieza su rutina. Acarrea su equipo hasta la pista del instituto. Se pone las zapatillas de correr, coge una pala y convierte los estercoleros que dejan los adolescentes cuando se divierten en fosos de salto de longitud. Y luego se pone a ello, sola. Hace ejercicios de respiración profunda y reflexología.

    Se ha demostrado que el ejercicio alarga la vida entre seis y siete años. Cualquier médico que no recomendara hacer ejercicio resultaría sospechoso. Pero a la mayoría de las personas mayores lo que se les suele prescribir es algo como caminar a diario o aquagym, no intervalos cronometrados de 400 metros ni ejercicios aeróbicos y anaeróbicos que hacen que te estallen los pulmones. Y la diferencia está en algo más que un poco de sufrimiento.

    No obstante, esta es la propuesta radical que está ganando adeptos entre los investigadores que estudian a los deportistas mayores: ¿y si el entrenamiento intenso hiciera algo que permite que el cuerpo se regenere a sí mismo? Dos estudios recientes de atletas de mediana edad dan a entender que la ingente cantidad de kilómetros que llevaban recorridos a lo largo de años y más años los había protegido a nivel cromosómico. Por lo visto, el ejercicio puede estimular la producción de telomerasa, una enzima que mantiene y repara los pequeños cabezales de los extremos de los cromosomas que mantienen intacta la información genética cuando las células se dividen. Puede que esto explique por qué los deportistas mayores no solo están mejor que sus homólogos sedentarios a nivel cardiovascular, sino que, en general, tienen menos enfermedades relacionadas con el envejecimiento.

    Es complicado saber la manera exacta en que el ejercicio afecta a la gente mayor. En cierto sentido, el ejercicio es una afrenta flagrante al cuerpo. Correr cuesta abajo desgarra los cuádriceps con la misma fiabilidad que una inyección de veneno de serpiente. Se liberan todo tipo de radicales libres y otras toxinas. Pero ese daño también desencadena la producción de antioxidantes que mejoran la salud del cuerpo en general.

    El ejercicio contribuye a evitar que la fuerza y la resistencia de los músculos se debiliten. Pero también parece hacer algo más, según Mark Tarnopolsky, catedrático de Pediatría y Medicina de la Universidad McMaster de Hamilton (Ontario). Los ejercicios de resistencia en concreto parecen activar una célula madre de los músculos llamada célula satélite. Cuando estas células limpias como la patena se inyectan en el sistema, parece que las mitocondrias rejuvenecen (el fenómeno se conoce como "desplazamiento de los genes"). Si Tarnopolsky está en lo cierto, el ejercicio podría hacer que retroceda el cuentarrevoluciones de las personas mayores. Ha demostrado que después de seis meses de entrenamiento con ejercicios de fuerza dos veces por semana, las características bioquímicas, psicológicas y genéticas del músculo de más edad han "retrocedido en el tiempo" hasta 15 o 20 años.

    Si realmente les estamos haciendo o no un favor a las personas mayores al prescribirles un entrenamiento propio de los comandos "es la pregunta del millón", afirma Hepple. "Está claro que Olga puede aguantarlo. Pero la mayoría de la gente no es como Olga". En general, a los riñones y a otros órganos les suele costar procesar las enzimas y los subproductos que se generan cuando el músculo se desgarra. La inflamación, que produce ese dolor que es bueno y al que los luchadores de fin de semana están más que acostumbrados, "también daña mucho tejido sano alrededor", señala Li Li Ji, fisióloga del ejercicio de la Universidad de Wisconsin (Madison). "Por eso les digo a las personas mayores que no sean demasiado ambiciosas".

    Pero si hay una tendencia común en la investigación del ejercicio y la gerontología es que hemos subestimado lo que los mayores son capaces de hacer, desde lo mucho que pueden incrementar su frecuencia cardiaca sin que resulte peligroso hasta lo adentrados que pueden estar en la tercera edad sin que el ejercicio suponga un importante riesgo para su salud.

    El dilema para los deportistas mayores es el siguiente: el ejercicio te puede brindar grandes beneficios fisiológicos. Lo único es que tienes que seguir haciendo ejercicio. Pero no puedes hacer ejercicio si el cuerpo se desmorona. Para evitar lesiones, a los atletas entrados en años se les suele aconsejar que mantengan sus rutinas, pero que reduzcan la intensidad.

    Kotelko está consiguiendo algunos de los mejores resultados de su vida desde que entrena con más moderación. Es difícil saber qué conclusión sacar de eso, excepto quizá que la teoría del desplazamiento de los genes es cierta y que Kotelko sigue disfrutando del interés compuesto del capital de sudor invertido previamente. A Kotelko, la idea de que pueda haber en algún lugar una estrella del atletismo todavía más veterana, una verdadera rival, le resulta tentadora. "Me encantaría", dice.

    Puede que su deseo se cumpla. Mitsu Morita, una anciana japonesa de 88 años, es más rápida de lo que lo era Kotelko a su edad y está batiendo todos los récords de Kotelko en esa franja de edad. A Morita no le gusta mucho viajar. Si la convencen de que vaya a Estados Unidos para participar en los campeonatos del mundo al aire libre del próximo verano, Kotelko tendrá que echar el bofe.

    A medida que se reúnen más datos sobre Kotelko, es difícil no llegar a una conclusión. "Olga no ha entrenado más que muchos otros atletas y, sin embargo, es la única que queda", afirma Hepple. "¿Por qué? En mi opinión, todo está relacionado con su perfil psicológico innato".

    Esto parece una noticia desalentadora: no es como nosotros. Pero el hecho de entender la singularidad de Kotelko puede proporcionar ventajas a los demás. Por ejemplo, podríamos aprender muchas cosas sobre la razón por la que mueren las células nerviosas estudiando a alguien en quien, por alguna razón, parece que viven. Presumiblemente, algo de lo que se consiga, aunque no ayude a la gente corriente que alcanza la vejez a reproducir exactamente los resultados de Kotelko en la pista, como mínimo les dará algo que se acerque a su calidad de vida.

    © The New York Times

    Olga Kotelko, canadiense de 91 años, lanzando la jabalina. / PATRIK GIARDINO / THE NEW YORK TIMES SYNDICATE

    Ideas que envejecen

    El paso del tiempo tiene sus consecuencias físicas, pero las creencias también influyen

    Nuestros pensamientos afectan al sistema hormonal y al inmunológico, y nos pueden dar o quitar años



    JAVIER OLIVARES

    Del autocar bajaron ocho ancianos. Solían ir siempre arropados por sus familiares, pero esta vez no. Las pesadas maletas las tuvieron que acarrear ellos hasta las habitaciones de aquella apartada casa en medio del campo. Cuando entraron, en la televisión y en la radio daban noticias de 1959. Todos los libros habían sido editados antes de ese año. Y la decoración también remitía a esa época. Esos hombres, de entre setenta y muchos y ochenta y pocos, empezaron a hablar como si realmente estuvieran en esos días. Esto ocurrió en 1979, así que habían viajado 20 años atrás.

    Ese viaje en el tiempo en realidad fue una investigación que realizó Ellen J. Langer, profesora de psicología en Harvard. Su objetivo fue comprobar si el hecho de “atrasar el reloj” podía rejuvenecer realmente a esas personas. A esos hombres se les evaluaron diferentes parámetros de salud antes y después de su “estancia” en 1959. Los resultados fueron espectaculares. Experimentaron mejoras en la audición, la memoria, la agilidad, el apetito y en su bienestar general.

    Semanas atrás, una mujer de unos 35 años me contaba su vía crucis. Hacía meses que sufría una extraña dermatitis en las manos. El peregrinaje por especialistas no la había ayudado. Su infierno ardía por varios frentes. En el trabajo sufría un claro mobbing de su nuevo jefe, con el que había mantenido una relación tormentosa. Cuando llevaba varias semanas sin trabajar su dermatitis remitía, pero al volver se reactivaba. Lo que más me impactó de la historia fue su pregunta final: “¿Puede ser psicológico?”. Su interrogante me retumbó porque creo que no es necesario ser psicólogo para deducir que su dermatitis tenía un componente claramente emocional y sin embargo ella no lo veía.
    Todavía hoy diferenciamos entre la mente y el cuerpo. Como si la mente estuviera fuera del cuerpo. La resonancia magnética nos permite ver el funcionamiento del cerebro. Podemos observar cómo diferentes pensamientos activan distintas partes del mismo. El pensamiento afecta también al sistema hormonal y al inmunológico. Multitud de investigaciones lo demuestran, pero no hace falta irnos a la ciencia. Todos lo experimentamos cada día. No existen enfermedades psicosomáticas, todas lo son. Alguien podría argumentar que algunas no lo son porque están causadas por virus o bacterias, pero incluso en estos casos nuestros pensamientos juegan un papel clave. Si estamos estresados, nuestras defensas bajan y somos más propensos a infectarnos.

    Lo más espectacular no es que los pensamientos afecten al cuerpo, sino la precisión con que lo hacen. Esto es, el organismo responde exactamente a la idea que genera el cerebro. Si un pensamiento es: “Estas pastillas me van a quitar la tos”, dejamos de expectorar. El cuerpo reacciona al contenido de cada creencia. A este fenómeno se le denomina efecto placebo.

    El efecto nocebo se refiere a las creencias negativas. Por ejemplo, si leemos los efectos secundarios de un medicamento, tenemos más probabilidades de sufrirlos. En 1998, en una escuela de Tennessee, un profesor notó un olor “como a gasolina”. A partir de aquí empezó a quejarse de dolor de cabeza, náuseas, dificultad para respirar y mareos. La escuela fue evacuada y a la siguiente semana más de cien estudiantes y personal presentaron síntomas similares. Contrariamente a lo esperado, no se encontró explicación médica alguna. Irving Kirsch, de la Universidad de Hull, uno de los mayores expertos sobre este tema, lo interpretó como un efecto nocebo a gran escala.

    ¿En qué medida envejecer tiene algo de sugestión masiva? Damos por descontado que los mayores tienen más achaques. Compartimos una misma creencia consolidada por los datos. A veces nos encontramos con alguien de 90 años con una memoria impresionante, pero estos casos no hacen tambalear nuestra solidificada certeza porque para nosotros son “excepciones”.

    Si partimos de la científicamente probada existencia del efecto placebo y nocebo, esto es, de la influencia de las creencias en nuestro cuerpo, podemos empezar a pensar que nuestras certezas sobre el envejecimiento (pérdida de memoria, audición, flexibilidad…) pueden provocarlo o acelerarlo. La psicóloga Becca Levy y sus colegas estudiaron a un grupo de más de 650 personas de Oxford, a quienes se les pidió que opinaran ante afirmaciones positivas y negativas sobre el envejecimiento. Podían estar de acuerdo o no con ideas como: “Las cosas van a peor a medida que me hago mayor”, “A medida que envejece, uno se siente más inútil”. Más de dos décadas después observaron que aquellos que percibían el envejecimiento de forma más positiva vivieron siete años y medio más de media.
    Ellen J. Langer quiso comprobar si sentirte joven o viejo se traduce en cambios físicos. Investigó aspectos que nos pueden hacer sentir con más o menos edad. La edad de los hijos afecta a cómo nos vemos. Estudiaron a mujeres que habían dado a luz a edad tardía, que tuvieron una esperanza de vida más alta. Se planteó la hipótesis de que las personas casadas con otras de más edad se sentirían más viejas y que el hecho de que tu pareja sea más joven te quita años. Los resultados apuntaron que si te sientes más viejo por estar casado con alguien mayor, tienes una esperanza de vida más corta y, al contrario, esta se alarga si tu pareja es más joven.

    El paso de los años tiene sus consecuencias, pero nuestras creencias también. Es difícil saber en qué porcentaje contribuye cada uno de estos dos factores en nuestro envejecimiento. Lo que está claro es que nuestras ideas podemos manejarlas. Al sentenciar “estoy perdiendo memoria por la edad”, “mi cuerpo ya no aguanta, es la edad”… nos precipitamos por un gran desnivel. Si atribuimos estos cambios a la edad y no a otros factores, nos abocaremos a la resignación. No hay nada mejor para perder la movilidad, la memoria… que dejar de usarlas.
    Hemos de tomar conciencia de que los ancianos que nos rodean tienen mucho que ver con lo que pensamos será nuestra vejez. Así que mejor ampliar los márgenes de nuestras ideas observando a aquellos que creemos excepcionales. Está en nosotros no encajar a los mayores en una estrecha idea de senectud, haciéndoles sentir que sus años pesan. Un eslogan publicitario rezaba: “No pesan los años, pesan los kilos”. Podríamos retocarlo: “No pesan solo los años, también nuestras creencias”.

    Alargar la juventud


    JAVIER OLIVARES
    1. PELÍCULAS
    – ‘La familia’, de Ettore Escola.
    – ‘Another year’, de Mike Leigh.
    – ‘El río de la vida’, de Robert Redford.
    – ‘Tomates verdes fritos’, de Jon Avnet.
    2. LIBROS
    – ‘Vivir. Guía para una jubilación activa’, de Ramón Bayés. Paidós, 2009.
    – ‘El silencio’, de Gaspar Hernández. Quinteto, 2010.
    – ‘Atrasa tu reloj’, de Ellen J. Langer. Rigden Institut Gestalt, 2009.
    Tomado de: http://elpais.com/elpais/2013/03/28/eps/1364469413_971712.html

    La carencia de vida social es un factor de riesgo para la salud de los mayores

    Un estudio mide que la carencia de relaciones reduce hasta un 26% la esperanza de vida



    La vida social mejora la salud. / EFE

    Morir de soledad queda bien como título de una canción, pero parece ser que es aún más perjudicial la falta de vida social. Aunque ambos aspectos suelen estar relacionados, un amplio estudio (más de 6.500 personas) realizado en Reino Unido ha permitido diferenciar entre el peso que cada uno de estos aspectos realmente tienen. “Parecen las dos caras de la misma moneda, pero no son exactamente lo mismo”, ha dicho el autor principal del ensayo, Andrew Steptoe, de la Universidad de Londres.

    El trabajo, publicado en PNAS y reseñado por Science y Nature, ha usado los datos del Estudio Longitudinal Británico sobre Envejecimiento, en el que se sigue la evolución de un grupo mayor de 50 años (ahí ponen los británicos la frontera del envejecimiento). Y la conclusión es que, una vez ajustados los factores como edad y enfermedades, pasados siete años las personas que tienen un mayor aislamiento social tienen un 26% más de mortalidad que los que hacen una vida más rica en relaciones personales.

    El artículo da una opinión más matizada a trabajos publicados recientemente, que relacionaban soledad (en el sentido de no compartir la vivienda, por ejemplo) con una mayor mortalidad. Pero esta vez no se trata de que el hecho de estar sin compañía en casa sea un riesgo si hay accidentes o surge una enfermedad repentina. Va a unas causas más profundas, relacionadas desde lo más prosaico como que al tener más conocidos y amistades se sale más, se recibe más a menudo, se está más activo y se participa en más actividades, a algo tan difícil de medir como las ganas de vivir.

    Steptoe y otros autores que han estudiado el fenómeno, como John Cacioppo, de la Universidad de Chicago, o Carla Perissinotto, de la de California –estos dos últimos adelantaron resultados al respecto el año pasado- , admiten que hay muchos factores que deben estudiarse, y que no se puede descartar ninguno. “Las personas que sienten soledad tienen más tendencia a deprimirse, y, como consecuencia, se cuidan menos”, ha dicho Perissinotto.

    Steptoe admite que estos trabajos abren todo un campo de trabajo con las personas mayores. “Debemos hacer todos los esfuerzos posibles para aliviar su soledad. Pero, al mismo tiempo, tenemos que ayudarles a mantener sus contactos sociales. Esto puede ser igual de importante”.

    Tomado de: http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/03/26/actualidad/1364318201_540505.html

    Al volante, hasta que los dolores nos separen

    Solo el grupo de conductores mayores de 65 años aumenta en número de víctimas

    Sus necesidades crecientes de movilidad obligan a repensar controles y protocolos

    Un jubilado conduce por el centro de Madrid. / Carlos Rosillo

    La historia de Bob Edwards recorrió hace unos meses medio planeta cuando trascendió que este neozelandés, de 105 años, era el conductor más longevo de su país. Después de 88 años conduciendo, todavía sigue poniéndose al volante, tres veces por semana al menos, para recorrer los 15 kilómetros que separan su casa de una tienda. Y el caso de Edwards, que nació el mismo año que Henry Ford lanzó el famoso Modelo T, no es el más excepcional: aún le faltan tres años más de veteranía para superar el récord del estadounidense Fred Hale, que condujo hasta los 108 años, según el Libro Guinness.

    Sin embargo, los dos casos son insólitos. Aunque el número de personas mayores de 65 años que conservan su permiso de conducir crece sin cesar, no son tantos los que con más de 80 años conservan las capacidades psicofísicas adecuadas para manejar sus propios vehículos con seguridad. Pero, al mismo tiempo, disponer de coche proporciona más libertad a unos mayores cada vez más activos y, en algunos casos, reacios a pasar a ser un peatón más. ¿Cómo establecer entonces cuándo se debe dejar de conducir? ¿Es necesario algún protocolo que lo regule?

    La directora general de Tráfico, María Seguí, ya alzó la voz de alarma el pasado septiembre, durante la presentación del último balance anual de tráfico, porque los conductores más mayores son prácticamente el único colectivo en el que ha aumentado el número de víctimas mortales por accidente. En 2012, a excepción del grupo comprendido entre los 0 y los 14 años, donde hubo 10 fallecidos más, el grupo de personas con más de 74 años es el único que ha registrado un mayor número de muertos. En concreto, perdieron la vida el año pasado 112 conductores de esta edad, 37 más que el año anterior —en esta cifra no están incluidos ni peatones atropellados ni copilotos—. Y atendiendo al número global de víctimas, incluidos heridos graves y leves, también ha experimentado una mayor accidentalidad el grupo de conductores con edades comprendidas entre los 65 y 69 años (un total de 1.427 víctimas, 198 más), entre 70 y 74 (109 más) y los mayores de 74 (229 más).

    Fuente: RACC. / EL PAÍS

    Aunque el aumento de accidentes no puede ligarse exclusivamente a la edad, Tráfico recuerda que “las facultades se resienten con el envejecimiento: los reflejos, la vista y el oído o la atención no responden de la misma manera que durante la juventud”.

    Pero ese envejecimiento “es progresivo, no sucede de un día para otro y depende de cada persona”, apunta Maricarmen Martínez, médico de familia, y “habituada” a los pacientes que “intentan seguir conduciendo sea como sea”, explica.

    Antonio Gómez tiene 88 años y lleva conduciendo desde los 15. “Aprendí con el camión de mi padre y, desde entonces, no me he bajado del coche”, bromea. Porque el mundo del motor ha sido su sustento: Antonio fue repartidor primero y taxista después. Y nunca ha tenido un solo accidente, asegura. “Tengo mucha experiencia, aunque ahora voy con cuidado, y el día en que sienta que no puedo más, con todo el dolor de mi corazón, dejaré de conducir”, promete.

    Este veterano conductor forma parte de un colectivo en crecimiento. En España, de acuerdo con los datos de la Dirección General de Tráfico (DGT), de los más de 26 millones de conductores censados en 2012, algo más de 3.370.000 (el 12,8%) tenían más de 65 años. De ellos, 1.243.151 (4,7%) eran mayores de 74. Y muchos no solo conservan su carné, sino que también hacen uso de él.

    En concreto, según el estudio Mayores al volante, que recientemente ha publicado el Real Automóvil Club de Cataluña (RACC), el 56% de los mayores de 65 años conducen al menos cuatro días a la semana —el 42,4%, seis o más días—, mientras que un 12% conduce menos de dos días por semana. Y solo un tercio ha dejado definitivamente de conducir.

    De acuerdo con los datos de este análisis, el número de personas mayores con permiso de conducir en España ha aumentado en un millón entre 2001 y 2011. “Y la proyección indica que pasaremos a 6,1 millones en el año 2030, cuatro millones de hombres y 2,1, de mujeres”, arroja el análisis del club de automovilistas catalán. De ellos, el 95% afirma disponer de vehículo propio.

    La repercusión del aumento del porcentaje de conductores mayores “será indudable”, argumenta la Fiscalía de Seguridad Vial. Según sus cálculos, el 30% de los conductores tendrá en 2050 entre 70 y 75 años. “Desde el punto de vista científico, nuestra sociedad debe hacer un esfuerzo por conocer cómo son y por qué se producen los mecanismos del envejecimiento, y en lo que afecta a la seguridad vial, empezar a diseñar respuestas sanitarias y jurídicas”, explica en las Memorias 2013.

    La legislación ya prevé situaciones en las que el titular del permiso de conducir pierde las aptitudes psicofísicas necesarias para manejar vehículos de motor. Tanto la Ley de Tráfico y Seguridad Vial como el Reglamento general de circulación regulan para estos supuestos un procedimiento dirigido a retirar el carné a quienes han perdido las facultades necesarias para conducir.

    A partir de los 65 años, el permiso de conducir del tipo B —el carné para turismos— se renueva cada cinco años, un periodo superior al de otros países, como Nueva Zelanda, donde la renovación es cada dos.
    “Los centros de reconocimiento que hacen los exámenes psicotécnicos están hoy día muy controlados”, asegura el fiscal de seguridad vial, Bartolomé Vargas. Sin embargo, a pesar de ello, “a veces nos vienen a la fiscalía familias preocupadísimas a preguntarnos qué pueden hacer para conseguir que sus padres o sus abuelos dejen de conducir, porque ya no pueden seguir conduciendo, pero no quieren dejar de hacerlo”, explica Vargas.

    En situaciones como esta, cuando el examen psicotécnico no ha detectado la pérdida de facultades para continuar al volante o cuando todavía no han pasado cinco años para someterse a un nuevo examen, se puede acudir a la Jefatura Provincial de Tráfico para solicitar un reconocimiento del conductor mayor y comprobar así si conserva las capacidades psicofísicas adecuadas.

    Pero la fiscalía de seguridad vial impulsa desde 2010 un protocolo para abordar nuevas vías de actuación con la implicación de los médicos de familia, que podrán comunicar a las jefaturas provinciales de Tráfico que un paciente no puede conducir por una enfermedad transitoria o permanente o por estar tomando alguna medicación. “Es un procedimiento que hay que regular muy bien para que no entre en conflicto con el derecho de protección de los datos del paciente”, explican fuentes de la fiscalía.

    El objetivo del proyecto es esclarecer cuál es el perfil de los conductores mayores con un deterioro de su capacidad cognitiva en relación con la conducción, fijar un parámetro en los exámenes psicotécnicos para establecer si es preciso un estudio más pormenorizado e identificar los rasgos neuropsicológicos y neurológicos que caracterizan a quienes tienen más probabilidad de desarrollar una demencia y que, por tanto, serían buenos candidatos a abandonar la conducción, según rezan las Memorias 2013 de la fiscalía.

    Los primeros ensayos se han realizado en la unidad de demencias del hospital Clínico Universitario Virgen de la Arrixaca (HCUVA) de Murcia, dirigido por la doctora Carmen Antúnez Almagro, que ha presentado sus conclusiones en el estudio Capacidad de conducción en personas mayores sanas y con deterioro cognitivo leve (DCL). De acuerdo con la investigación, sufren DCL las personas de la tercera edad que presentan un grado de deterioro que, sin afectar significativamente a la capacidad funcional, es superior a lo esperado por la edad. Entre ellas, hay un subgrupo con riesgo de desarrollar demencias.

    “El acto de conducción es una habilidad compleja que exige el correcto funcionamiento de diversas funciones cognitivas, como la atención sostenida a lo que sucede en nuestro entorno, adecuada capacidad de procesamiento de información, concentración, memoria y control de impulsos, así como buena capacidad perceptiva”, subraya el estudio. Pero el problema para los conductores más mayores aparece “por el deterioro lógico de algunas capacidades y el exceso de confianza por los años de práctica”.

    Sin embargo, el análisis destaca que “no hay consenso entre los expertos en la actitud a tomar ante el deterioro cognitivo leve”. El debate científico y jurídico radica en si se debe retirar o no el permiso de conducir a los pacientes tras el diagnóstico, ya que, según el estudio, “no existen pruebas estándar para determinar si una persona con deterioro cognitivo está capacitada para conducir con seguridad”.

    Según las investigaciones de la doctora Antúnez, en los comienzos del proceso, el conductor puede seguir siendo totalmente seguro al volante de vehículos de motor, ya que muchas personas con DCL no empeoran. De ahí la dificultad de establecer cuándo se puede dejar de conducir, especialmente cuando los mayores de 65 años son más activos que nunca.

    “La tercera edad en los países desarrollados se vive cada vez de una manera más activa y con más necesidades de movilidad relacionadas, no solo con la satisfacción de las necesidades básicas, sino también con una creciente demanda de servicios, ocio, cultura y relaciones sociales”, sostienen desde el RACC. Es decir, que cumplir 65 años “no significa un cambio radical e inmediato en los estilos de vida y en la movilidad cotidiana”. Y, más aún, cuando la esperanza de vida en España es de una media de 82 años —79 para los hombres y 85 para las mujeres—.

    El estudio del RACC Mayores al volante desvela que las personas con más de 65 años que tienen carné de conducir “declaran un mejor estado de salud y un nivel educativo superior al de la media del colectivo global de mayores”.

    Y el 65% de ellos tienen la intención de seguir conduciendo. Por eso es importante, según el RACC, adaptar los vehículos a sus necesidades, por ejemplo, con la instalación de reguladores de velocidad, cambios automáticos y dispositivos de ayuda al aparcamiento. Otras de las demandas que ha detectado el estudio del club de automovilistas es la “simplificación de la señalización en la carretera” para facilitar la reacción con rapidez.

    También los mayores deben tomar sus precauciones. Todos los expertos coinciden en recomendaciones lógicas, como intentar circular en horas diurnas, evitar las condiciones meteorológicas adversas y las horas punta, vigilar las medicinas que se toman por si alguna afecta a la conducción y descansar durante los viajes largos.

    “Garantizar la movilidad segura de las personas mayores no es solo invertir en su calidad de vida, sino que debe ser una inversión estratégica”, advierte el RACC. Porque, según las previsiones, en no demasiado tiempo, en España “una de cada tres personas será mayor”.

    Tomado de: http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/12/30/actualidad/1388429150_365665.html

    Opinión: El nuevo líder de la tribu, por Jordi Soler

    LA CUARTA PÁGINA

    El joven técnico ha sustituido hoy al viejo sabio. Manda quién tiene más información, y la gente de cierta edad se ha quedado al margen, porque la información corre por otros cauces y por aparatos que no saben manejar

    EVA VÁZQUEZ

    En el primer libro de su célebre tetralogía, Carlos Castaneda narra su encuentro con Don Juan, un viejo chamán del norte de México que, durante cuatro libros apasionantes, le enseña a vivir como un brujo yaqui. Carlos Castaneda es antropólogo y sus libros se debaten entre la ciencia y la ficción literaria o, como bien apuntó Octavio Paz en el prólogo de Las enseñanzas de don Juan: “Su tema es la derrota de la antropología y la victoria de la magia”.

    En su primer encuentro Don Juan le pide al narrador que busque su sitio, el punto en el que se sienta mejor física y mentalmente, dentro de un habitáculo de ocho metros cuadrados. Desde ese punto, le explica el chamán, podrá abordar cualquier reflexión o actividad con mayor energía. Castaneda, dispuesto a dejarse adiestrar por el viejo, que después de la escueta explicación lo ha dejado solo, comienza a desplazarse de un lado a otro del cuarto, se recarga en una pared, luego se recuesta en el suelo y al cabo de un rato comienza a rodar de un lado a otro hasta que percibe algo, cierto bienestar, y para no extraviar la coordenada pone ahí su chaqueta. Más adelante experimenta otra oleada de bienestar, en otro sitio, que señala con uno de sus zapatos. El antropólogo pasa toda la noche rodando de un lado a otro del cuarto hasta que, súbitamente, encuentra su sitio y arrastrado por la oleada de bienestar definitiva se queda dormido.

    Durante esos cuatro libros Castaneda, con una tolerancia y una paciencia de dimensiones orientales, se deja aleccionar por el viejo chamán; además del triunfo de la magia que observaba Paz, esta historia es un monumento a la sabiduría de los viejos, y a la importancia que esta tiene en la vida de los más jóvenes.
    Hace unos días, al entrar en una Apple store en Barcelona, contemplé una escena que era la antítesis de ese monumento a la sabiduría de los viejos: en un improvisado salón, que se extendía entre las mesas que exhibían ordenadores y tabletas, dos docenas de viejos atendían las perlas informáticas que soltaba, con gran desparpajo, un joven que debía tener la misma edad que los nietos de los viejos que lo escuchaban, que intentaban aprender los rudimentos de los ordenadores, cosas simples como enviar mails o husmear en Google o apuntarse a una red social. Hasta hace muy poco era el joven el que tenía que esforzarse para estar a la altura de la sabiduría del viejo, y hoy ocurre precisamente lo contrario, los viejos tienen que esforzarse para estar a la altura de los jóvenes, se acercan con un temor reverencial, casi religioso, a ordenadores y tabletas mientras que los más jóvenes, incluso los niños, bucean con gran destreza y mucho descaro en las profundidades de la Red. Estamos pues ante un clásico salto generacional, pero este es de proporciones insondables y de una magnitud todavía desconocida.

    De manera casi insensible, el mundo se ha reorientado y hoy la sabiduría de los viejos, ese referente del que se había echado mano desde el principio de los tiempos, ha sido sustituida por Google, la herramienta con la que puede accederse a toda la información. ¿En qué momento cambió todo de manera tan radical? El sabio de la tribu ha sido reemplazado por el joven técnico que conoce las claves para acceder a la información, para transmitirla, multiplicarla y manipularla; el viejo sabio habla desde su experiencia, desde su memoria que ha cultivado durante muchas décadas, mientras que al joven técnico le basta con tener wifi al alcance para conectarse a Internet.

    Hoy manda quien tiene más información y la gente de cierta edad se ha quedado al margen, el periódico de papel, el correo de sobre y sello y el telediario de las nueve se han hecho súbitamente viejos, la información corre por otros cauces, precisamente por esos aparatos que ellos no saben manejar.

    Hay una simetría entre el relevo continuo de las apps y los productos que circulan por Internet y el canon que en este milenio ha impuesto la juventud; lo de hoy es lo rabiosamente nuevo, cada tantos meses Yahoo! y Gmail, Twitter y el Weather Channel cambian completamente su aspecto e introducen novedades en su sistema operativo, que no persiguen tanto mejorar como parecer nuevos y frescos, porque de lo viejo hay que correr, incluso los que se van acercando a la vejez tratan de huir de esta prodigándose todo tipo de dietas y ejercicios que mantengan a raya la catástrofe de convertirse en un viejo, es decir, en un elemento al margen del sistema que privilegia a la juventud y que mira cada vez con más inquina aquello que atenta contra ella: la vida sedentaria, fumar, beber alcohol o cafeína; nuestra era es la de la criminalización de quien vive fuera del control sistemático del médico, de quien no se hace puntualmente su colonoscopia, de quien no cuida escrupulosamente su salud.

    En París, esa ciudad que está un poco más hacia el futuro que Madrid y Barcelona, observé hace unos días, con asombro, en dos ocasiones distintas, que las personas con las que comía pedían al camarero un vrai café, un café verdadero, con cafeína, y esto me hizo pensar que la batalla está perdida, que hoy el café de referencia es el descafeinado, el inocuo, el que no atenta contra la salud y nos mantiene jóvenes más tiempo.
    Son personas como Snowden quienes tienen la llave para desencadenar una crisis mundial
    La gran paradoja de esta época en la que manda la juventud es que las personas viven cada vez más años, es decir, son viejos durante mucho más tiempo que sus antepasados pero, a diferencia de aquellos, ya no son los sabios que reconoce la tribu, sino un esforzado grupo que trata de estar a la altura de ese canon que marca la juventud.

    Hasta hace muy poco era el presidente de Estados Unidos quien podía poner patas arriba el planeta entero, hoy puede ponerlo todo patas arriba, incluido el Gobierno de Estados Unidos, un joven técnico como Edward Snowden, sin más currículum que su valentía y su habilidad para husmear en archivos electrónicos y difundir información altamente comprometedora. Los técnicos como Snowden tienen hoy la llave para desencadenar una crisis mundial, y han llegado hasta ahí de manera súbita, han brincado, en el mejor de los casos, del pupitre de la universidad a la acción internacional sin ningún miramiento; tienen el know how, saben cómo hacerlo, son los dueños de la información que puede trastocar el equilibrio mundial y va cada uno a su aire, sin el consenso de nadie, trabajan solos en su habitación siguiendo las palpitaciones de su propia conciencia.

    Cargamos toda nuestra información personal en el teléfono móvil que llevamos en el bolsillo, ahí va la agenda, los mails, el registro escrupuloso de nuestras relaciones y nuestra correspondencia, hemos puesto todos los huevos en una sola cesta, y lo mismo se ha hecho a nivel colectivo, todo se controla desde un ordenador y se articula a través de un sistema que puede ser vulnerado y manipulado por un joven de Adidas y sudadera con capucha, que se ha convertido, de manera inopinada, en el nuevo líder de la tribu.
    El espionaje de Estado es desde luego una vergüenza, pero que un joven técnico solitario, sin preguntarnos nuestra opinión, disponga de esa información sensible que puede ponerlo todo patas arriba, tiene también un punto oscuro. El vacío que han dejado los políticos de Occidente, cada vez más distraídos por los intereses del Capital, está siendo ocupado por los jóvenes técnicos; se trata de un asunto de equilibrio, hace falta el contrapeso de los viejos sabios de la tribu, un Don Juan que le enseñe a Snowden de qué forma encontrar su sitio.

    Jordi Soler es escritor.
    @jsolerescritor

    Tomado de: http://elpais.com/elpais/2013/11/08/opinion/1383929861_216927.html

    Cómo enviar al cerebro a un spa

     Viernes, 25 de octubre de 2013

    Mujer haciéndose un masaje en la cabeza
    ¿Sabía que con sólo tener una buena noche de sueño ya puede mejorar su desempeño académico o laboral? ¿O que comer una barra de chocolate en el momento menos adecuado puede reducir la capacidad de pensamiento?
    El cerebro es muy sensible y en la medida que se aprenden cosas nuevas, hace falta reparar y construir nuevas conexiones entre las células.
    Para lograrlo, necesita de la mejor nutrición, de un suministro estable de energía y oxígeno, y de tiempo para dormir.
    ¿Lo está cuidando? Si la respuesta es negativa, no entre en pánico. Aquí le ofrecemos siete consejos para que mande al cerebro al mejor de los spa.

    Lo primero es la dieta

    1. Para que el cerebro tenga una buena salud general, necesita de una dieta balanceada, rica en frutas y vegetales frescos. Esto también beneficiará al resto del cuerpo.
    Ilustración de una dieta balanceada
    El cerebro también necesita de una dieta balanceada y alejarse del chocolate y las galletas.

    2. El cerebro necesita de un suministro estable de energía, esto sólo se puede obtener con un tipo de azúcar llamado glucosa, que se obtiene de los carbohidratos, pero no de todos.

    Los carbohidratos "buenos" son los que provienen del pan integral, la pasta, la avena y las legumbres. Esto se debe a que al cuerpo le lleva más tiempo descomponerlos, con lo cual la glucosa se libera de una forma lenta y estable.

    Lamentablemente, el chocolate, las galletas y otros refrigerios azucarados no son buenos para el cerebro. Como el azúcar se libera muy rápido, el cerebro también alcanza muy rápido su punto máximo, pero con esa misma velocidad experimenta una recaída y deja una sensación de cansancio mucho mayor. Por lo tanto, no están recomendados para ningún trabajo mental.

    3. El cerebro necesita oxígeno. Y aunque lo obtiene en su mayoría del ejercicio (ver más abajo consejo 6), también es necesario garantizar un buen suministro de hierro en el torrente sanguíneo.

    El hierro se obtiene de comidas como la carne roja, vegetales de hojas verdes -como la espinaca-, frutas secas, cereales fortificados y legumbres.

    4. No se salte ningún desayuno (o almuerzo), especialmente si ese día tiene un examen importante. El cerebro tendrá un desempeño más pobre si han pasado horas desde la última comida.

    Estudios en neurociencia han demostrado que los estudiantes tienen peores resultados en los exámenes cuando no han comido.

    Pero no vale ingerir cualquier cosa. Una vez más, la comida chatarra no funciona.
    Vaso de agua
    El agua es vital para un buen desempeño del cerebro.
    El cerebro necesita que los carbohidratos se liberen lentamente. Los granos con pan integral, por ejemplo, han probado ser particularmente beneficiosos.

    5. Evite tener sed. La deshidratación afectará el desempeño del cerebro.

    Tampoco se trata de volverse loco, especialmente antes de una presentación o reunión. Los viajes al baño pueden volverse una distracción.

    La importancia del ejercicio

    6. El cerebro necesita que el resto del cuerpo esté en movimiento y bombee por todas partes la tan necesaria sangre rica en oxígeno.

    Estudios indican que el ejercicio ayuda a mejorar la capacidad de mnemotecnia. Mientras que la falta de ello contribuye al envejecimiento prematuro del cerebro.
    Así que, ¡a mover el cuerpo! El cerebro lo necesita. La actividad física también ayuda a lograr la próxima recomendación.

    7. El sueño es quizás la forma más rápida y fácil de consentir al cerebro. Estamos hablando de una buena noche de sueño.

    Cuando se duerme, el cerebro aprovecha para iniciar los trabajos de reparación y consolidación de todo el aprendizaje del día. Incluso una hora menos de sueño pueden afectar el desempeño del día siguiente.
    Incluso hay expertos que recomiendan dormir tan pronto como sea posible después de una jornada de estudios o preparación.
    Tomado de: http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2013/10/131024_salud_cerebro_sano_spa_gtg.shtml

    BBC: Por qué ellas tienen más memoria y ellos navegan mejor

     Martes, 3 de diciembre de 2013

    Conexiones cerebrales de hombres y mujeres
    Mapa de conexiones cerebrales de hombres y mujeres.
    Que hombres y mujeres se comportan de manera diferente no es nada nuevo.
    Tampoco lo es que, en general, cada sexo parece mejor preparado para ciertas tareas: ellos tienen más habilidades motoras y se orientan mejor, ellas tienen más memoria y habilidad social.
    Pero ahora, un grupo de científicos de la Universidad de Pensilvania, en Estados Unidos, cree haber encontrado la base neurológica de esas diferencias.

    Los investigadores escanearon los cerebros de 949 personas de entre 8 y 22 años de edad (521 mujeres y 428 varones) y observaron llamativas diferencias.

    En el hombre, hay más conexiones entre la parte delantera y trasera del cerebro, dentro de cada hemisferio.
    Cerebro humano
    Las diferencias cerebrales entre los géneros se hacen más evidentes en los adultos.
    En las mujeres, en cambio, hay más conexiones cruzadas entre los dos hemisferios.

    Estas diferencias podrían explicar por qué, en general, los hombres tienden a ser mejores para aprender y ejecutar una sola tarea, como andar en bicicleta o navegar, mientras que las mujeres están mejor preparadas para realizar varias tareas simultáneas, aseguran los autores del nuevo estudio publicado en las Actas de la Academia de Ciencias de Estados Unidos (PNAS).

    Memoria y acción

    Para este trabajo, se pidió a mismos voluntarios que realizaran una serie de pruebas cognitivas cuyos resultados parecen apoyar esta noción.

    A las mujeres les fue mejor en atención, memoria facial y de lenguaje y conocimiento social. A los hombres, en percepción espacial y velocidad motora.

    "Es bastante asombroso cómo son de complementarios los cerebros de hombres y mujeres", dijo Ruben Gur, uno de los autores del estudio.

    "Los mapas detallados de conectomas (la investigación simultánea de todas las conexiones) no sólo nos ayudan a entender mejor cómo hombres y mujeres piensan de forma diferente, también nos permiten saber más sobre la raíz de desórdenes neurológicos que a menudo están relacionados con el sexo".

    Para obtener la opinión de un experto ajeno a este estudio, la BBC consultó a Heidi Johansen-Berg, especialista en neurociencia de la Universidad de Oxford.

    Según Johansen-Berg, el cerebro es un órgano demasiado complejo como para permitir las amplias generalizaciones.

    "Sabemos que no hay algo permanente o innato en relación a las conexiones cerebrales, que pueden cambiar a lo largo de la vida en respuesta a la experiencia y al aprendizaje".

    "A menudo se utilizan sofisticadas fórmulas matemáticas para analizar y describir estas redes cerebrales. Estos métodos pueden ser útiles para identificar diferencias entre grupos, pero a veces es difícil interpretar esas diferencias en téminos biológicos", concluyó la experta.

    No obstante, un dato significativo es que según el estudio, las diferencias cerebrales entre los géneros aparecen relativamente tarde. Se observaron muy pocas diferencias en niños menores de 13 años, que hicieron más pronunciadas en los adolescentes y adultos jóvenes

    http://www.bbc.co.uk/mundo/ultimas_noticias/2013/12/131202_ultnot_hallazgos_mapa_cerebro_msd.shtml