Por Samuel Berlinski
El 8 de
septiembre es el día de la alfabetización. Tomamos esta oportunidad para
concientizar sobre la importancia de la misma para los individuos y la
sociedad. La posibilidad de leer y escribir tiene un impacto en muchos aspectos
en la vida de una persona. Permite, desde leer un cartel en la calle, hasta
contribuir a la sociedad y al crecimiento económico de un país. Y pensar que
todo puede comenzar con sólo leer un cuento a un niño antes de ir a dormir; al hacerlo,
se abren nuevos mundos de posibilidades y un enorme impacto en su desarrollo.
Compartir un
cuento puede ser una de las experiencias más gratificantes tanto para los
padres como para los hijos, un momento en el que establecen una profunda
conexión. Durante ese momento tan íntimo, el mundo del niño gira alrededor de
lo que pasará en la historia, mientras los padres disfrutan de la atención
exclusiva de sus hijos.
Para los
niños, significará mucho más que un recuerdo de infancia. Al hablar, jugar,
leer o interactuar con los niños, los padres y otros familiares determinan
cuántos estímulos reciben los pequeños. Después de todo, la familia es el
principal determinante individual del bienestar de los niños y estas elecciones
tienen efectos profundos y duraderos en su desarrollo.
Los niños
pequeños necesitan vivir en un ambiente que estimule el desarrollo del lenguaje
y la cognición, además de sostener interacciones cálidas, enriquecedoras y
estables con su familia. ¿Qué pueden hacer los padres para fomentar este
desarrollo en el hogar antes de que los niños vayan a la escuela? La lectura
compartida es un buen ejemplo: padres y niños comparten un libro adecuado para
la edad de los pequeños, y los padres promueven un rol activo de los niños en
la lectura al hacerles preguntas y comentar sus respuestas. Hay evidencia
alentadora en Estados Unidos sobre el efecto de este enfoque en el desarrollo
del vocabulario de niños en edad prescolar y de jardín de infantes.
Sin embargo,
en el mundo en desarrollo, el hecho de que muchos padres de bajos recursos
tengan destrezas limitadas (por ejemplo, poca o ninguna escolaridad) podría
representar un importante obstáculo. En América Latina es mucho menos probable
que las madres con menos educación les lean a sus hijos que las madres con más
educación. La excepción es Guyana, donde pocas madres les leen a sus hijos, más
allá de su nivel de educación.
Para los
niños en edad escolar, varios programas han buscado incrementar la lectura y la
alfabetización durante las vacaciones de verano, cuando los niños de sectores
socioeconómicos bajos suelen perder terreno en sus logros frente a sus pares de
hogares más afluentes, un fenómeno conocido como “pérdida de aprendizaje en
el verano”. Los investigadores especulan que este revés se explica en
parte por la falta de lectura voluntaria durante el verano. Hay evidencia
alentadora de estudios en EE.UU. que sugieren que entregar libros a los niños
durante el verano e involucrar en el proceso a padres y maestros puede
fortalecer y mejorar sus niveles de lectura.
Los libros
no son la única forma de influir en la interacción entre los niños y sus padres
o tutores. De hecho, programas piloto sobre crianza diseñados para estimular el
aprendizaje en los niños han tenido resultados alentadores.
Los estudios
mencionados más arriba y algunos temas relacionados son tratados en la edición
2015 de la publicación emblema del BID, Desarrollo en las Américas (DIA),
titulada Los Primeros años: el bienestar
infantil y el papel de las políticas públicas.
Samuel
Berlinski es economista principal del Departamento de Investigación del Banco
Interamericano de Desarrollo (BID).
Tomado de: http://blogs.iadb.org/desarrollo-infantil/2015/09/04/dia-de-la-alfabetizacion/?mc_cid=253e42b80d&mc_eid=100d622e4a