Ciencia BBC
Mundo, @bbc_ciencia
- 19 noviembre 2014
El estudio
fue llevado a cabo con niñas que hablaban francés, mandarín y francés, y otras
que hablaban francés y habían estado en contacto con el mandarín en sus
primeros meses.
Puede que
las personas que abandonaron su país de origen de muy pequeñas ya no recuerden
su lengua natal.
Sin embargo,
los patrones neuronales creados por el idioma que escucharon en sus primeros
años de vida permanecen intactos en su cerebro.
Y, estos
patrones, se mantienen en el tiempo incluso si la persona no ha vuelto a estar
en contacto con su primera lengua, según reveló un estudio publicado en la
revista "Proceedings of the National Academy of Sciences".
Esta huella,
dejada por la lengua olvidada, podría facilitarle a quienes vivieron esta
situación, como por ejemplo los niños adoptados por padres de otras
nacionalidades, el aprendizaje de su idioma natal en el futuro.
Mandarín y francés
"En las
primeras etapas del desarrollo de la lengua, los niños aprenden a distinguir
-independientemente de qué lenguaje se trate- qué sonidos son importantes y
significativos", le dice a BBC Mundo Lara Pierce, de la Universidad
McGill, en Canadá, y autora principal del estudio.
"Esta
experiencia deja una suerte de representación en el cerebro, que los niños
utilizan para construir su lengua nativa", agrega.
Pierce dice
que otra combinación de idiomas ofrecería posiblemente resultados similares.
Lo que el
estudio se propuso analizar es si estas representaciones se mantenían a lo
largo de la vida o desaparecían cuando el niño dejaba de escuchar su lengua
nativa.
Para
evaluarlo, Pierce y su equipo realizaron una serie de resonancias magnéticas a
44 niñas de entre 9 y 17 años, mientras escuchaban grabaciones en mandarín.
Hay una relación entre la edad de
adopción y la intensidad de la respuesta cerebral. Cuanto más chino escucharon
en sus primeros meses, más se activó esta región del cerebro
Un grupo
estaba formado por niñas nacidas en China, adoptadas por una familia francesa
antes de los tres años, que sólo hablaban francés.
El segundo
grupo estaba integrado por niñas que hablaban francés y mandarían con fluidez.
Y el
tercero, por niñas francoparlantes que ni hablaban ni comprendían mandarín.
Hemisferios para el lenguaje y el sonido
Al escuchar
la grabación, el cerebro de las niñas que habían estado expuestas al mandarían
-las que lo hablaban y las que no- mostró actividad en el hemisferio izquierdo,
donde se procesa el lenguaje.
Al escuchar
la grabación, el cerebro de las niñas que habían estado expuestas al mandarían
-las que lo hablaban y las que no- mostró actividad en el hemisferio izquierdo,
donde se procesa el lenguaje.
En las niñas
que solo hablaban francés, se activaron regiones del hemisferio derecho,
involucradas en el procesamiento de los sonidos.
Nos sorprendió que el patrón de
activación cerebral de los niñas chinas adoptadas que perdieron totalmente el
lenguaje coincidía con el de las niñas que continuaron hablando chino desde su
nacimiento
Esto
significa que el cerebro de este último grupo no identificó al mandarín como un
lenguaje, mientras que esto sí ocurrió en los otros dos grupos, pese a que uno
no comprendía el significado de las palabras.
"Nos
sorprendió que el patrón de activación cerebral de las niñas chinas adoptadas
que perdieron totalmente el lenguaje coincidía con el de las niñas que
continuaron hablando chino desde su nacimiento", señaló Pierce.
"Las
representaciones neuronales que apoyan este modelo sólo podrían haber sido
adquiridas durante los primeros meses de vida", añade la investigadora.
Variaciones
El
experimento incluyó el estudio de niños de menos de seis meses, y en estos
chicos también pudieron verse los patrones creados a temprana edad.
"Sin
embargo, vimos que hay una relación entre la edad de adopción y la intensidad
de la respuesta cerebral", le dice a BBC Mundo Pierce.
Cuando más
tiempo uno escuche la lengua nativa, más marcada es la huella.
"Cuanto
más chino escucharon en sus primeros meses, más se activó esta región del
cerebro".
"Con lo
cual es posible que si la exposición al lenguaje nativo es muy corta, menos de
seis meses, el efecto sea menos fuerte", explica Pierce.
Según los
autores, el estudio parece indicar, aunque no de modo concluyente, que aunque
no hablemos una lengua, si estuvimos expuesta a ella a una edad temprana,
podremos volver a aprenderla más tarde en la vida con más facilidad.
Además, en
el campo de la teoría del aprendizaje del lenguaje, el estudio refuerza el
argumento de que las representaciones neuronales preexistentes en el cerebro no
se pierden si no se utilizan, ni se borran con el aprendizaje de una nueva
lengua, sino que simplemente se vuelven más difíciles de acceder.
El próximo
paso, dice Pierce, será investigar si estas representaciones neuronales afectan
cómo el cerebro aprende la segunda lengua y analizar en detalle el proceso de
aprendizaje de la lengua olvidada.
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