Rescatamos de los
escritos del científico las claves universales para formar sabios (que no
sabelotodos)

El 31 de diciembre de 1999, la revista Time escogió al
personaje del siglo XX. El rostro que aparecía en la portada no era el de un
deportista, ni el de un actor o estrella del rock, ni un líder pacifista tras
dos guerras mundiales; pertenecía a un sabio. La persona más importante fue Albert Einstein.
La influencia del científico (1879 – 1955) va más allá de su célebre teoría de la relatividad,
que cumple cien años. Alguien que acumuló tanta ciencia debió de decir muchas
cosas en el campo del aprendizaje, y las dijo. Pasó buena parte de sus días
contando su pasión por aprender en ensayos, cartas y conferencias, que dejaron
un goteo de citas inspiradoras entre las que hemos buceado para aprender a
aprender. Algo nada desdeñable, dado que el aprendizaje es imperecedero.
“El estudio y, en general, la búsqueda de la verdad y la belleza, conforman un
área donde podemos seguir siendo niños toda la vida”, reflexionó en uno de sus
textos recogidos por Helen Dukas y Banesh Hoffmann en The Human Side. New Glimpses from his Archives (Princeton
University Press, 1979).
Un planteamiento que salpica con frecuencia sus escritos es el rechazo
del aprendizaje como imposición. Einstein estudió siete años en el colegio Luitpold
Gymnasium de Múnich, donde se aplicaba el memorismo, basado en repetir hasta
retener. Frustrado, lo abandonó antes de acabar. “La enseñanza”, escribiría
años después, “debe ser tal que pueda recibirse como el mejor regalo y no como
una amarga obligación”, escribió en Mi visión del mundo (Tusquets, 1949).
Toca lo que te
guste
En Notas autobiográficas (Alianza, 1949) describe el
conflicto entre su método selectivo y las exigencias académicas: “Aprendí muy
pronto a entresacar aquello que podía conducir a la entraña, prescindiendo de
la multitud de cosas que atiborran la mente y la desvían de lo esencial. La
pega era que para los exámenes había que embutirse todo ese material en la
cabeza, quisieras o no (…). Es un grave error creer que la ilusión de mirar y
buscar puede fomentarse a golpe de coacción y sentido del deber. Pienso que
incluso a un animal de presa sano se le podría privar de su voracidad si se le
obliga continuamente a comer cuando no tiene hambre”. Con ese resquemor,
aconsejó a su hijo que tratara de encontrar placer en el aprendizaje, por
encima de la rigidez del sistema. “Toca al piano principalmente lo que te
guste, aunque la profesora no te lo asigne. Es la mejor manera de aprender,
cuando estás haciendo algo con tal disfrute que no te das cuenta de que el
tiempo pasa”, de la carta a su hijo Tete, recogida enPosterity: Letters of great americans to their children,
de Dorie McCullough Dawson, 2008.
Para alcanzar la excelencia, anteponía la práctica a la teoría: “Las
grandes personalidades no se forman con lo que se oye o se dice, sino mediante
el trabajo y la actividad. Por consiguiente, el mejor método de educación ha
sido siempre aquel en que se urge al discípulo a la realización de tareas
concretas. Esto se aplica tanto a los primeros intentos de escribir del niño
como a una tesis universitaria (...), a interpretar o traducir un texto, a
resolver un problema de matemáticas o a la práctica de un deporte”, escribe en Mis creencias (1939). Precisamente usó el deporte
como analogía para explicar la diferencia entre aprendizaje y educación: “Si un
hombre joven ha entrenado sus músculos y su resistencia física haciendo
gimnasia y caminando, más tarde estará preparado para cualquier trabajo físico.
Esto es análogo a la mente (…). No estaba equivocado aquel que dijo: ‘La
educación es lo que queda cuando uno ha olvidado todo lo que aprendió en la
escuela”, en Sobre la educación, 1936.
Einstein abogaba por una enseñanza que favoreciese la individualidad
como aporte a la colectividad. “Deberían cultivarse en los individuos
cualidades para el bien común. Esto no significa que (...) se convierta en
simple instrumento de la comunidad, como una abeja (...). El objetivo ha de ser
formar individuos que actúen con independencia y que consideren su interés
vital el servicio a la comunidad” (Mis creencias).
Sin embargo, ¿qué gana uno cultivándose para servir a los demás? ¿Fama,
dinero…? En el mismo libro dice: “Tenemos que prevenirnos contra quienes
predican a los jóvenes el éxito como objetivo de la vida. (…) El valor de un
hombre debería juzgarse en función de lo que da y no de lo que recibe. La tarea
decisiva de la enseñanza es despertar estas fuerzas psicológicas en el joven”.
Predicó con el ejemplo.
FALLOS EN LA EDUCACIÓN

El aprendizaje mecánico, en opinión de Einstein, crea autómatas y aborta
el talento individual.
1. Crea sumisos: “Utiliza como
fundamento el temor, la fuerza y la autoridad. Este tratamiento destruye los
sentimientos sólidos, la sinceridad y la confianza del alumno en sí mismo. Crea
un ser sumiso”.
2. Fomenta la fuerza: “No
despierta la productividad porque no hacen surgir los poderes psicológicos del
alumno, ya que para la institución es más fácil utilizar la fuerza y despertar
la ambición individual”.
3. No es fecunda: “La escuela debe
estimular la inclinación del niño por el juego y el deseo infantil de reconocimiento.
Guiar al niño hacia dominios que sean beneficiosos para la sociedad. La
educación se fundaría así en una actividad fecunda y de reconocimiento (...) y
el maestro sería una especie de artista en su actividad”.
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